El 21 de enero de 1933 llegaron a Hernando las Hermanas Trinitarias.
El 21 de enero de 1933, todo Hernando se encontraba en la Estación del Ferrocarril para recibir a las jóvenes Hermanas Trinitarias: La Madre Elena, Sor María Humildad, Sor Caridad, Sor Cecilia, Sor María Ángeles y Sor Prudencia.. En marzo de 1933, el sueño se concretaba, un pequeño colegio bautizado con el nombre de “Divino Corazón” abría sus puertas, en una modesta casa situada en la esquina de Colón y Belgrano de la ciudad de Hernando.
Escuela
Divino Corazón
A mediados
de enero de 1933, después de largos días de navegación, desembarcaron en el
puerto de Buenos Aires, seis religiosas de la “Orden Trinitaria” que venían de
la lejana ciudad de Valencia, España, lugar donde se encontraba el Instituto
“Santísima Trinidad” de donde ellas provenían.
Ellas,
seis jóvenes españolas, llenas de alegría y entusiasmo viajaron a nuestro país
dispuestas a trabajar por Dios y ansiosas de anunciar el Santo Evangelio.
Humildes,
sencillas y obedientes a la voluntad de Dios no se radicaron en las grandes
ciudades, continuaron su viaje rumbo a un pequeño pueblo en el interior del
país donde un grupo de religiosos trinitarios habían requerido su presencia en
el lugar.
Luego de
varios días de marcha, el tan ansiado acontecimiento se estaba acercando.
El 21 de
enero de 1933, todo Hernando se encontraba en la Estación del Ferrocarril para
recibir a las jóvenes Hermanas Trinitarias. El recibimiento de la población fue
magnífico y con todos los honores. Las campanadas sonaban, había bandas de
música y ruidos de bombas. Una calurosa recepción les daba el pueblo de
Hernando, feliz y orgulloso de recibirlas y adoptarlas como miembros de la
comunidad.
Pero,
¿Quiénes eran esas seis pioneras? La
Madre Elena, Sor María Humildad, Sor Caridad, Sor Cecilia,
Sor María Ángeles y Sor Prudencia. Cada una de ellas con su propia historia, distintas
entre sí, pero unidas por un mismo deseo, fundar un colegio para niñas internas
y externas.
Luego de
la feliz llegada, las Hermanas comenzaron a trabajar para cumplir con la
maravillosa misión que el Señor les había encomendado.
En marzo
de 1933, el sueño se concretaba, un pequeño colegio bautizado con el nombre de
“Divino Corazón” abría sus puertas, en una modesta casa situada en la esquina
de Colón y Belgrano de la ciudad de Hernando.
Ellas, dispuestas a superar todas las dificultades con la guía
de Dios iniciaron su tarea de educar en la libertad.
En un
principio, el Colegio Divino Corazón, comenzó su labor educativa con el nivel
primario. Recién en 1946 se incorporan los más pequeñitos, es decir el nivel
inicial.
El colegio
seguía creciendo con el paso de los años y era prioritario descubrir las
necesidades de los alumnos y de la sociedad en la que estaba inmersa, sin
descuidar el Carisma Trinitario, por ello en 1957 se implementa el nivel medio.
Allí se
formaron numerosas docentes que pasaron por las aulas y recibieron el título de
Maestras Normales Nacionales. En 1978 los egresados obtienen el título de
Bachiller y se suman los primeros varones, ya que desde hacía tiempo se venían
incorporando paulatinamente, a los niveles anteriores.
Las
Hermanas abren en 1979 el nivel terciario, al que ingresan el primer grupo de
señoritas que en 1981 egresarían con el título de Profesoras para la Enseñanza Primaria.
En 1986 se
incorpora en el nivel primario e inicial las asignaturas de inglés, folclore y
computación, respondiendo una vez más a los cambios de la sociedad. En 1987 se da apertura al pre-jardín,
abriéndose en 1996 la sala de 3 años y luego en el 2001 la sala de 2 años.
El paso de
los años fue cambiando la realidad del Colegio “Divino Corazón”, lo ayudó a
crecer y a madurar, no desde las decepciones o fracasos sino desde el amor
inagotable de Dios y las Hermanas, es así, que surgen diversos proyectos que
intentan responder a las necesidades de una sociedad cada vez más vertiginosa.
Entre ellos podemos nombrar:
- “Club Verde”, única entidad
ecológica de nuestra ciudad, que desde su humilde aporte intenta formar
ciudadanos responsables y activos en el cuidado del medio ambiente.
- “Creciendo en Familia”, proyecto
que propone trabajar juntos escuela – familia y poder completar la obra de
Cristo, recorrer sus caminos, proyectar su verdad, testimoniar su vida,
construir y reconstruir, afirmar y recrear, soñar y hacer.
- Considerando a la salud como un valor y un derecho, surge la
necesidad de iniciar un proyecto específico: “Crecer Sanos” para que todos los que compartimos el mismo ambiente,
especialmente la familia y la escuela, formemos
personas íntegramente sanas.
- “Club de Lectores”, una propuesta que intenta que el niño
tenga contactos con libros y el mundo maravilloso que ellos encierran. Es
permitirle vivir su niñez desde las ilusiones y encantos, desde lo imaginario
para poder así proyectarse a la realidad con una visión optimista de la vida.
- “Murga Solidaria”, diez años logrando a través de la
alegría transmitir un mensaje de esperanza y hacer participe a la comunidad
local de actitudes solidarias para ayudar a los que más necesitan.
- Convencidos de que toda persona
debe ser considerada en su dignidad humana como un ser singular, con sus posibilidades
y limitaciones, la integración de niños con capacidades diferentes, en la
escuela común, requiere un fundamento pedagógico basada en una educación
personalizada tendientes a estimular sus capacidades y cualidades en lugar de
marcar sus dificultades, surge así, el “Proyecto de Integración”.
Muchas religiosas fueron las que pasaron dejando su
estela en lo profundo del corazón de quienes tuvieron el privilegio de
conocerlas y compartir sus conocimientos y vivencias, quien puede olvidar a Sor
Jacinta, Sor Lorenza, Sor María del Carmen, Sor Antonia, Sor Mariana, Sor Delia
María -única religiosa nacida en nuestra ciudad-, Sor Margarita María, Sor
Antonina, Sor Estrella, Sor Imelda, Sor Fernanda.
En el año
2002 el establecimiento educativo fue cedido por la Congregación de
Hermanas Trinitaria al Obispado de Villa María, pero pese a estos cambios, las
huellas imborrables de esas primeras pioneras que fueron capaces de dejar a sus
familias y amigos, entregando su vida a Dios y educando a la luz del Evangelio,
sigue siendo en el alma de quienes forman parte de la comunidad educativa, un
claro ejemplo a seguir, para dar así, respuesta al requerimiento de tantos
padres que confiaron y confían sus hijos a este colegio.
Tomado del Libro "Hernando en el Bicentenario", el cual se puede encontrar en el Museo y otro que está enterrado en el Mástil de la Plaza para abrirlo en el año 2110 o bien en 2060 para los 250 años de la Patria.